¿Qué siente el bebé en la panza?

 

En el seno materno el bebé recibe constantemente los estímulos a través del cordón y del líquido amniótico de los cambios metabólicos que se producen en el cuerpo de la mamá

 

 

Cada día los niños que llegan a este mundo son recibidos de manera diferente, particular.  Es desde el mismo momento de la concepción que el bebé en formación, llevará con él una carga afectiva importante que lo acompañará desde siempre y durante toda su vida.

En el seno materno el bebé recibe constantemente los estímulos a través del cordón y del líquido amniótico de los cambios metabólicos que se producen en el cuerpo de la madre. Cuando la mamá está relajada o ansiosa, cansada, intranquila o feliz este bebé que está creciendo percibe todos sus estados de ánimo.

Los movimientos acompasados o bruscos también llegan, aunque amortizados por el líquido amniótico, que cumple con la función de protección y con la de mantener al bebé permanentemente en un estado anti gravitatorio. Esto le permite el movimiento continuo de todo su cuerpo, que de esta forma se desarrolla equilibradamente, sin quedar adherido, ni permanecer en una misma posición por mucho tiempo lo que le produciría inconvenientes de tipo postural y anatomo fisiológicos. Pues sus miembros, articulaciones y músculos, de no

moverse continuamente, se perjudicarían no llegando a desarrollarse adecuadamente, repercutiendo en su desarrollo futuro.

 

 

Es también a través del líquido, que el bebé capta sensaciones que le informan de su existencia, de su totalidad, está sumergido en este líquido que lo baña y lo sostiene dándole unicidad, integridad. Es un todo, una unidad sin ningún resquicio de fractura, sin absolutamente posibilidad de no ser uno con la placenta, el cordón, el líquido y el útero. Tiene todo lo que necesita, alimento, oxígeno, abrigo, sostén y espacio suficiente para sus movimientos fetales imprescindibles.

El feto está adaptado a este medio y en él predomina lo corporal. Esta unidad orgánica y funcional que se establece, está en interacción permanente, donde las necesidades básicas son satisfechas vía placentaria por el cordón umbilical. Estos dos ciclos, el de la madre y el del bebé, tienen una relación simbiótica desde lo biológico y a la vez asimétrica, desde el psiquismo, pues uno se está desarrollando y el otro es un adulto con una estructura psíquica desarrollada y con una historia vincular que impactará e influirá en su bebé. La trama vincular en la que está inserta esta díada está llena de proyecciones, expectativas y adjudicaciones de roles y será una condición de la constitución del nuevo sujeto.

Es así que no podemos dejar de tener presente que este bebé durante los nueve meses de gestación va construyendo una historia, que dejará huellas arcaicas en su Yo rudimentario, como sostiene Freud un YO predominantemente corporal. En investigaciones de embriología humana que inició Preyer se ha podido establecer por el trazado de EEG que hay actividad psíquica en los últimos estadios de la vida intrauterina.
Al avanzar en su desarrollo, el útero, lugar maravilloso para el feto, comienza a no ser ideal para la supervivencia, el espacio se reduce, la placenta empieza a envejecer y entonces se hace necesario e impostergable buscar otro lugar para vivir

En el momento del nacimiento el bebé buscara recuperar las sensaciones de placer y bienestar que tenia en la panza de mamá, por eso la función materna y el buen sostén serán fundamentales para su equilibrio psicofísico.

 

Prof. Alejandra De Renzis Peña
Espec. Atención temprana del Desarrollo Infantil –
Mail: alejandra@crianzapasoapaso.com
Twitter: @DerenzisAle